No hay secretos ni fórmulas mágicas. Parece una frase “de moda”, pero me gusta remarcarla porque realmente de eso se trata. De entender que cambiar hábitos y sostenerlos a lo largo del tiempo hace la diferencia. Y eso fue lo que me pasó con el entrenamiento que conocí hace algunos años de la mano de Ezequiel Rearte y que transformó mi manera de entender la actividad física y cómo repercute en nuestro cuerpo.
El método contiene una propuesta simple enfocada en un modelo que apunta a optimizar la salud. Hoy se sabe que la posición de sentado que predomina en la mayoría de las personas que vive en la ciudad trae una serie de alteraciones negativas que pueden ser difíciles de revertir si no se hace “algo” a tiempo. Este método, que se basa en el entrenamiento de fuerza, intenta ayudar a contrarrestar estas complicaciones.
Sí, leyeron bien. Se trata de un entrenamiento de la fuerza de todo el cuerpo y no de ejercicios aeróbicos como quizás imaginaron. ¿Por qué? Ezequiel me explicó que el ejercicio aeróbico está sobrevalorado. Desde los años ´60 se cree que es el medio por el cual uno puede obtener un cuerpo fit y un buen estado físico. Pero, lo que hoy sabemos es que, si bien tiene su importancia a la hora de crear un déficit calórico, cuando lo que buscamos es invertir el poco tiempo que tenemos en mejorar la movilidad, el entrenamiento de fuerza se lleva todo el mérito. Por eso, él me aclaró que prefiere priorizar en el gimnasio el entrenamiento de la fuerza y dejar el aeróbico para los días de descanso junto a la consigna de aumentar la actividad en la vida cotidiana. Es decir: caminar más, subir escaleras, disminuir tiempo de TV, jugar con los chicos, pasear al perro.
Como les conté en otros posteos, empecé a hacer este tipo de entrenamiento tiempo después de que naciera Lorenzo, mi cuarto hijo. En ese momento, cuando yo rondaba los 37 años, la pérdida de masa muscular se había hecho evidente. Entonces conocí este modelo de salud que tiene como objetivo formar y alimentar al músculo. ¿Cómo? A través de ejercicios que involucran a todo el cuerpo de manera coordinada. No se asusten, quizás muchas de ustedes todavía piensen que el trabajo de fuerza desarrolla excesivamente el músculo y que les va a dar brazos y piernas grandes, algo que muchas no quieren. Pero nada más alejado de la realidad. Hay muchos otros “mitos” con los que convivimos que nos alejan de nuestros objetivos estéticos y de salud. Por ejemplo, el miedo a las pesas, los excesos en el trabajo aeróbico, las dietas detox y sistemas milagrosos que nos crean una gran confusión y frustración.
Siempre me gustó estar en movimiento, hice diferentes entrenamientos a lo largo de mi vida y este me resultó diferente a los demás. En mi caso, el trabajo que me propuso Ezequiel –que es preparador físico certificado en diferentes sistemas- fue mejorar la composición corporal con trabajo de fuerza y ejercicios de alta intensidad. Al principio me costó, tenía una concepción del movimiento que no era lo que él me estaba mostrando. Tuve que cambiar el chip y volver a empezar. Realmente fue un desafío y entendí que ese era el camino que tenía que transitar.
Poco a poco, el entrenamiento se empezó a transformar en algo muy placentero porque veía que, lo que lograba en el gimnasio, se traducía en mi día a día: con mis hijos, con mi vitalidad, en mi trabajo y con la mejora en el descanso. Y eso nunca me había pasado. Con el cambio en mi alimentación y esta nueva propuesta de movimiento, volví a tener la masa muscular que tenía cuando era adolescente. Mis piernas y mi zona media se volvieron fuertes y, como consecuencia, empezaron a desaparecer los dolores de espalda, los de cabeza y se activó mi conexión con lo que mi cuerpo necesitaba, que era este modelo de salud. Después sumé peso libre y los resultados me impresionaron. Hoy hago trabajos que combinan la fuerza, la movilidad y la concentración. Más allá de lo estético, descubrí una sensación de vitalidad, fuerza y energía que pude capitalizar en mi vida diaria.
El método contiene una propuesta simple enfocada en un modelo que apunta a optimizar la salud. Hoy se sabe que la posición de sentado que predomina en la mayoría de las personas que vive en la ciudad trae una serie de alteraciones negativas que pueden ser difíciles de revertir si no se hace “algo” a tiempo. Este método, que se basa en el entrenamiento de fuerza, intenta ayudar a contrarrestar estas complicaciones.
Sí, leyeron bien. Se trata de un entrenamiento de la fuerza de todo el cuerpo y no de ejercicios aeróbicos como quizás imaginaron. ¿Por qué? Ezequiel me explicó que el ejercicio aeróbico está sobrevalorado. Desde los años ´60 se cree que es el medio por el cual uno puede obtener un cuerpo fit y un buen estado físico. Pero, lo que hoy sabemos es que, si bien tiene su importancia a la hora de crear un déficit calórico, cuando lo que buscamos es invertir el poco tiempo que tenemos en mejorar la movilidad, el entrenamiento de fuerza se lleva todo el mérito. Por eso, él me aclaró que prefiere priorizar en el gimnasio el entrenamiento de la fuerza y dejar el aeróbico para los días de descanso junto a la consigna de aumentar la actividad en la vida cotidiana. Es decir: caminar más, subir escaleras, disminuir tiempo de TV, jugar con los chicos, pasear al perro.
Como les conté en otros posteos, empecé a hacer este tipo de entrenamiento tiempo después de que naciera Lorenzo, mi cuarto hijo. En ese momento, cuando yo rondaba los 37 años, la pérdida de masa muscular se había hecho evidente. Entonces conocí este modelo de salud que tiene como objetivo formar y alimentar al músculo. ¿Cómo? A través de ejercicios que involucran a todo el cuerpo de manera coordinada. No se asusten, quizás muchas de ustedes todavía piensen que el trabajo de fuerza desarrolla excesivamente el músculo y que les va a dar brazos y piernas grandes, algo que muchas no quieren. Pero nada más alejado de la realidad. Hay muchos otros “mitos” con los que convivimos que nos alejan de nuestros objetivos estéticos y de salud. Por ejemplo, el miedo a las pesas, los excesos en el trabajo aeróbico, las dietas detox y sistemas milagrosos que nos crean una gran confusión y frustración.
Siempre me gustó estar en movimiento, hice diferentes entrenamientos a lo largo de mi vida y este me resultó diferente a los demás. En mi caso, el trabajo que me propuso Ezequiel –que es preparador físico certificado en diferentes sistemas- fue mejorar la composición corporal con trabajo de fuerza y ejercicios de alta intensidad. Al principio me costó, tenía una concepción del movimiento que no era lo que él me estaba mostrando. Tuve que cambiar el chip y volver a empezar. Realmente fue un desafío y entendí que ese era el camino que tenía que transitar.
Poco a poco, el entrenamiento se empezó a transformar en algo muy placentero porque veía que, lo que lograba en el gimnasio, se traducía en mi día a día: con mis hijos, con mi vitalidad, en mi trabajo y con la mejora en el descanso. Y eso nunca me había pasado. Con el cambio en mi alimentación y esta nueva propuesta de movimiento, volví a tener la masa muscular que tenía cuando era adolescente. Mis piernas y mi zona media se volvieron fuertes y, como consecuencia, empezaron a desaparecer los dolores de espalda, los de cabeza y se activó mi conexión con lo que mi cuerpo necesitaba, que era este modelo de salud. Después sumé peso libre y los resultados me impresionaron. Hoy hago trabajos que combinan la fuerza, la movilidad y la concentración. Más allá de lo estético, descubrí una sensación de vitalidad, fuerza y energía que pude capitalizar en mi vida diaria.