Como ya les conté en otros posteos, me gusta, dentro de lo posible, seguir una serie de rutinas en mi vida diaria. Además de la alimentación y el ejercicio, una parte fundamental que nos asegura bienestar es el descanso adecuado. ¿Sabían que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo? Entonces, si algo ocupa una parte tan amplia de nuestras vidas ¿no tendrá alguna función relevante? Para conocer un poco más sobre el tema, conversé con Diego Cáceres, que es nutricionista y me explicó qué le sucede a nuestro cuerpo mientras dormimos.
Después de un día agitado, finalmente llega la hora de acostarnos. Cuando al cerebro le llegan patrones de oscuridad que le envían los ojos al momento de cerrarse, comienzan a liberarse una serie de hormonas. Entre ellas está la melatonina, que está involucrada en la regulación de los relojes internos del cuerpo. Nos ayuda a dormir, mejora el humor y funciona como anti-oxidante y anti-inflamatorio. Y acá viene la parte interesante. La falta de exposición a la luz solar durante el día y la combinación de la iluminación artificial hasta altas horas de la noche, interrumpe el reloj biológico y la producción de melatonina. Por eso es clave generar hábitos saludables, también para el momento del sueño.
Si te desvelás durante la noche, o te exponés a una luz color azul (como la de los celulares, pantallas y televisores), corrés el riesgo de que tu cuerpo vea disminuida la producción de melatonina en un 80 % aproximadamente. Cenar muy pesado, comer a la madrugada o dormir mucho durante el día son otros factores que alteran el descanso y, de a poco, impactan de manera negativa a nivel metabólico. Somos seres diurnos y esto implica dormir y ayunar de noche y movernos y nutrirnos durante el día.
Recuerdo un año de mi vida en que conciliar el sueño se había vuelto una tarea casi imposible. Vivía cansada, había bajado de peso y estaba muy baja de energía. Parecía tener 10 años más! Era un círculo vicioso del que no podía salir. Hasta que logré ordenarme y pronto pude ver los beneficios del descanso: mi piel se volvió más luminosa, recuperé mi energía y empecé a estar cada vez más activa en mi trabajo y con mis hijos.
Es que al dormir también liberamos una hormona que cumple un rol fundamental en nuestro organismo. Es la hormona de crecimiento (GH, por sus siglas en inglés) y permite a los músculos, huesos y tejidos regenerarse. Esta es una de las razones por la que los bebés duermen la mayor parte del día (y ocurre lo mismo con todos los mamíferos recién nacidos). ¡Necesitan dormir para crecer!
Eso no es todo. Quizás alguna vez leyeron que, para no enfermarse, es preciso dormir ocho horas seguidas. Es que cuando descansamos, generamos una buena cantidad de anticuerpos, y de esta forma el organismo se defiende de los ataques de los virus y bacterias. Por ello cuando estamos resfriados o nos sentimos mal queremos dormir mucho. Porque, con el descanso, el sistema inmune se refuerza.
¿Cuánto es necesario dormir? Depende de cada persona. Pero los expertos sugieren un promedio de seis a ocho horas diarias. ¿Cómo saber si el sueño fue reparador? Prestando atención al modo en que nos despertamos: con energía para empezar el día, sin sentir el cuerpo pesado o la necesidad de seguir en la cama. La premisa es conseguir un sueño de calidad que sea efectivo. Como verán, asegurar un buen descanso es invertir a corto, largo e inmediato plazo.
Para mayor información sobre el nutricionista Diego Cáceres ingresar a: (https://www.nutreal.com.ar/)